Como escribidor de oficio, hace mucho tiempo que no me quedaba sin palabras. Le he dado tanto vuelta a esta nota que ya casi había desistido de escribirla y es que es muy grande el sentimiento de orgullo paternal que me invade por la graduación como Licenciada en Administración de empresas hoteleras de Pamela Pichardo, la primera de las tres gotas de agua que el Dios del cielo me dio como hijas.
Por una de esas jugadas maravillosas del destino, ella eligió realizar su graduación en la misma Alma Mater de la sede central de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra, en la ciudad de Santiago.
Aunque la graduación era a la cinco de la tarde, del sábado 11, fue necesario llegar el viernes en la tarde, para ensayos, una misa, y otras actividades propias del evento.
Gracias a Dios que fue así, porque nos permitió a su madre, y sus dos hermanas vivir estas últimas 60 horas de manera muy intensa y dándole el ultimo empujón para que sienta el apoyo de su núcleo familiar central ahora que iniciara su vida profesional.
Milciades Pichardo
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