A NINO BRAVO A 34 AÑOS DE SU MUERTE
Pero Nino Bravo, o Luis Manuel Ferri (que era como se llamaba hasta que Miguel Siurán le pusiera el nombre con que se proyectó por todo el mundo), le pagó a la muerte con otra ironía: su voz, aun estando su cuerpo en la tumba, desde entonces cada día se volvió más fuerte, más vibrante, más sublime. Porque Nino Bravo no entró por la muerte para bajar a la tierra, sino para elevarse por encima de las nubes para desde las alturas eternas proyectar mejor su voz hacia todos los rincones del mundo donde alguien ama, donde alguien sueña.
http://www.hoy.com.do/article.aspx?&id=18888
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