Dio’ mío aquello fue algo tan, pero tan, pero tan, pero tan, pero tan espectacular que ni la misma gente presente en el estudio pudo aguantar la risa. A ver, vamos por parte. Ella estaba, como de costumbre: regia (peinado glamoroso, vestido blanco perfecto y ese carisma, y esa gracia natural, y esa mezcla de inocencia, despiste y garbo que la convierte en toda una diva). Cucharón en una mano, lechugas en la otra. Milagros Germán intentó cocinar en la sección de cocina con los famosos del programa “Con Freddy y Punto”. Pero créanme, jamás la palabra intentar ha cumplido tan bien su rol. Que es bella, es una verdad a gritos; que es elegante, nadie lo duda; que es talentosa es cierto, pero que es buena cocinera es algo que discutimos con cualquiera.
¡!!!Mi madre, pero qué mal cocina Milagritos!!! Ni la gente en el estudio podía soportar la risa. Fue a echar azúcar por sal, se la pasó revolviendo unas lechugas y repitiendo lo que le dijeron que dijera (vamos, que ya nos enteramos de que Cuesta del Libro le dio un bono con derecho a compra por un valor de 5 mil pesos por la cantidad de libros de cocina que adquirió en tres días, fue tal la magnitud de la compra, que la tienda piensa reportarlo al libro Guinness). Diva, usted no nació para cocinar.
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