domingo, 6 de mayo de 2007
UN ARTICULO DE LUZ GARCIA
EL DEVENIR DE LA MODA
Por LUZ GARCIA
Hola, amigas:
No sé por qué, de vez en cuando, me da por pensar que lo nuevo en la moda es bastante relativo, y que lo que es hoy fue ayer, y es muy probable que sea después en una dinámica de retornos permanentes. Hojeando revistas muy viejas de variedades he visto modelos que parecen retratar la actualidad, como si lo que es ahora realmente fue antes o como si lo que se va está condenado a volver indefectiblemente. Esto parece ocurrir no solo en el delicado mundo de los estilos, sino también en la textura de las telas, las estampas, los colores tan ligados a las estaciones y hasta en los accesorios, los peinados, cortes de pelo y los maquillajes. Alguien me ha explicado que los diseñadores y los talentos que imponen la moda se suelen inspirar en épocas pasadas, pero pienso que además de esta razón existe en la cuestión un sesgo cultural de reminiscencias, nostalgias y añoranzas que circundan el gusto femenino, sus temperamentos y sus temporalidades.
Como si sus emociones en la vanidad y la banalidad en un gesto de continuidad la nieta y la abuela se dieran la mano. Así hemos visto cómo la moda que pretende el eterno devenir y presupone un ingenio inagotable no pocas veces se repite de tiempo en tiempo, en una eterna rueda donde una época le rinde tributo a otra cuando se despide, solo para dentro de un tiempo y otro tiempo regresar con nuevas vejeces. Así la falda sube y baja, se recoge, se amplía, se estrecha. La mini, la midi y la maxi se turnan sin reposo, tocados y tocadores se compensan, se relevan concretando un continuo que se explica en la rueda. Claro que aunque la moda pase, regrese o se repita, el buen gusto, la elegancia y el glamur no tienen épocas ni tiempos. Así como el sentido común siempre será el menos común de los sentidos.
Lo estrafalario, lo ridículo, lo cargado, lo extravagante y rebuscado no tiene periodos determinados, porque como otras cosas también suelen repetirse. La creación requiere de talentos especiales que sepan lidiar con el problema de no repetirse, de no copiarse o parecerse así mismo. Lidiar con el dilema de las novedades conduce muchas veces al disparate, al adorno rebuscado, ya sea en las visiones futuristas o en los afanes barrocos que dañan el asunto. El abalorio, la bisutería, el exceso de destalles es como el adjetivo que cuando no aporta, mata; y lo muy cargado, nuevo, viejo o repetido siempre será inconveniente a esa sensatez que tampoco varía mucho. Por eso en la moda como en el amor parecen ser verdad aquellos versos que decían: “Yo me quedaré, que es otra forma de partir”.
De todos modos la moda, tan vinculada al arte, a la sensibilidad, a la emoción, a la creación y a los más variados talentos, siempre estará basada en esos valores tan permanentes en el género humano que aunque vienen y se van, son parte de ese continuo fascinante representado en el hombre, su entorno y sus circunstancias. Por eso en la moda como en el amor parecen ser verdad aquellos versos que decían: Yo me quedaré, que es otra forma de partir.
PUBLICADO EN LISTIN DIARIO
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