Fue un día a ritmo de son, con
sabor a daiquirí y mojito cubano en una isla tan cálida y caribeña como la isla
en la que nací y crecí. Festejé mis nuevos quince bailando en el Floridita y
muchos otros rincones de La Habana Vieja.
Rodeada de cubanos comenzó la
fiesta en el hotel a la hora del desayuno. La música la llevaba por dentro y
con mi ronca voz me puse a cantar y a bailar. Pedí a todo el personal que
cantara conmigo y como era mi aniversario me complacieron. Hasta el cocinero y
el jefe se unieron al can y me dieron cálidos abrazos de felicitaciones.
Lo único malo de mi cumpleaños
fue que estuve medio incomunicada para recibir felicitaciones de mi familia y
mi gente de todos los tiempos. En Cuba aún es muy limitado el internet. Luego
de varios intentos le puse al mal tiempo buena cara y me declaré una
cumpleañera libre y desconectada.
De regalo, un paseo por
emblemáticos lugares de La Habana en los elegantes y hoy antiguos carros que
hablan del florecimiento de otros tiempos. Difícil escoger entre tantos
hermosos modelos. Al final escogí pasear en un descapotable rosado del año
cincuenta con el que paseamos por el Malecón, parte del centro de La Habana y
entre otros lugares, la Plaza de la Revolución con sus enormes fotos de Camilo
y El Ché.
Fue un día de puro son cubano.
Aperitivo, Almuerzo, merienda, cena y digestivo a ritmo de son en todas sus
variedades. En toda la Habana vieja la música en vivo comienza antes de la hora
de almuerzo. Las agrupaciones soneras tocan todo el día en bares y
restaurantes. Los establecimientos sin música son los menos y los que tienen
ritmos no cubanos muy pocos.
Mientras mi compañero trabajaba,
caminé sola por las empedradas calles de la zona colonial. La Habana es una de
las ciudades más seguras de Latinoamérica y yo aproveché al máximo la libertad
de entrar y salir sin miedo a todos los rincones que me parecieron
interesantes. Fotografié todas las escenas y paisajes que hablan de un país de
características muy particulares y de gente que en todas las circunstancias
siempre es amable y ríe. Hasta cuando la situación es para llorar.
Por Mary Leisy Hernandez
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