martes, 10 de abril de 2018

Mis primeros días en la escuela (Fragmento de mi libro Ah! La Vida





Aprendí a Leer antes de los seis años. Esto porque mi padre  Ulises Pichardo, a quien todos en Cotui llaman: “Metralla”, fue uno de los “inventores” del pre-escolar, pues al cumplir mis primeros cinco años me llevó de la mano a la escuelita, del profesor Feliz, en la comunidad de Las Cuevas de San Jo de Conuco (Salcedo), donde tuve la dicha de nacer.



Papa llego con migo de la mano a la escuelita más y pidió que por favor me dejaran asistir “de oyente” porque aún no tenía los siete años reglamentarios para ser inscrito pero según le dijo mi progenitor  al maestro: “Ya él puede aprender, porque ese muchacho sabe muchísimo”.
Y parece que fue así, porque al cumplir los siente años y ser inscrito en el Primero Curso era uno  de los que sabía “leer de corrido” y poseía cierta elocuencia que me permitía sobresalir cuando había que hacer cuentos, en los viernes de música, canto y chercha que eran comunes en aquellos años.
Lo malo de eso fue que aunque el siguiente año “pasé” a segundo, mis padres se mudaron de San José de Conuco (Provincia Salcedo, hoy Hermanas Mirabal) al municipio de Cotui y al tratar de ser ingresado al segundo curso, la dirección no estuvo de acuerdo y tuve que repetir el primero.
Allí me encontré con mi primera profesora de ciudad, la distinguida y muy querida Doña Aura, una enorme y bondadosa educadora cotuisana,  que ya estaba en los últimos años de su larga trayectoria educativa y que dormía mas en su asiento que lo que impartía.
Las largas siestas de Doña Aura, me permitieron convertirme en líder de mi curso y coordinar que a la maestra “no la despertaran”, por lo que las bellaquerías había que hacerlas callados y muchas veces por señas.
Luego me enteré  que la profesora Aura, era la esposa del señor Tuto Minaya, una reconocida figura cotuisana que había caído en las garras del alcoholismo, vicio que finalmente acabo con su vida.
Cosas de la vida, su hijo, el joven ingeniero Minaya, fue parte de los que construyeron el Estadio de Cotui, junto a la ingeniera Rosa Elena García y el ingeniero Enriquito Ureña , y él fue quien más insistió para que yo fuera contratado primero como obrero, y luego como secretario de la oficina y listero del personal obrero; pero eso se lo voy a contar más adelante.
La adorable Doña Aura nos pasó a todos a segundo y con buenas notas, así que llegue al segundo curso casi con nueve años, flaco y desgarbado y más alto que casi todos mis compañeritos.

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