"Soy una eterna profesora de Cotuy. El que no me conoce con mucho gusto les regalo mi nombre, Viena Reynoso. Se los digo porque, creo que estos malditos hijos de la siquiatrilla ya también se olvidaron de mí, carajo"
Me encantó ser profesora, desde que era estudiante de la primaria; aunque vi a mi pobre maestro pasar por momentos económicos difíciles, aún así no desistí.
No todos los maestros tenemos la suerte de ser designados profesores con nombramientos de escuelas o colegios que estén ubicados dentro de la ciudad. A muchos nos tocó en zonas rurales, en donde hay que pasar por senderos de caminos pedregosos y llenos de malezas; exponiéndonos a ser mordidos por serpientes o perseguidos por nubes de mosquitos. A otros nos ha tocado embarcarnos en canoa o montar en acémilas hasta llegar a la escuela de trabajo.
Nuestro sueldo siempre fue bajo. Así, cuando me inicié de profesora en la década del 50 solo ganaba una miseria mensuales; con lo que pagaba el arriendo del cuarto donde me hospedaba; la alimentación, el transporte y lo poco que me quedaba ayudaba a mis padres. Con el paso del tiempo, cada día amaba más mi actividad de profesora; pero siempre recordaba a mi maestro de la Primaria, que lo vi batallarse con todos los grados, por lo que en ciertas ocasiones lo ayudaba como monitora.
Los grandes países que han progresado y son destacados en el mundo se deben a sus gobernantes que han invertido la mayor parte del presupuesto en Educación; para lo cual, primero han capacitado a los maestros, tanto en conocimientos, habilidades, métodos y técnicas como lo han hecho: Taiwán, Japón, China, Israel, Suiza, EE.UU. y otros. Si nuestros gobernantes aplicaran aquel ejemplo, preparando un ejército de maestros con vocación, tendríamos una educación de calidad, toda vez que los maestros son los que estimulan y activan las neuronas de la masa encefálica de los estudiantes, tal como lo hace el gimnasta para desarrollar los músculos.
EL actual gobierno ha dado un paso con la Educación. Mis 50 y tantos de años en el magisterio fiscal se pasaron volando y al llegar el tiempo me jubilaron de la instrucción pública, pero como tengo la fama de ser profesora fuñona y muy fuñona ahora mis antiguos estudiantes que me conocen muy bien y conocen a sus hijos me los traen a mi casa para que yo les enseñe a mi manera como los enseñé a ellos. Hoy no me arrepiento de haber dado mi vida por el magisterio aquí en este país amado y llamado por todos nosotros, la República Dominicana, gracias a Duarte, Sánchez y Mella. Con inmensa tristeza me retiré del magisterio, añorando los momentos gratos que pasé con mis alumnos, por lo que siempre sueño que sigo dando clase. Posiblemente estos sueños seguirán hasta el último día de mi vida. Soy una eterna profesora de Cotuy. El que no me conoce con mucho gusto les regalo mi nombre, Viena Reynoso. Estos malditos hijos de la siquiatrilla ya también se olvidaron de mí, carajo. Y mis antiguos alumnos jamás se olvidaran que la o es redonda…
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