Llegó al salón donde nos reuniríamos lleno de vergüenza y reuniendo fuerzas para contar su historia. Carlos (nombre ficticio), de 39 años, había intentado suicidarse para escapar de las deudas que le generó la adicción por los juegos.
Fue en mayo del 2017 cuando tomó la decisión de quitarse la vida porque había salido desorientado de un casino a las 11:00 de la mañana, sin un peso, lo perdió todo. Tenía muchos compromisos económicos y ese día tuvo que pedir en las calles para llegar a su casa.
Cabizbajo, cuenta que pudo salvarse porque vomitó las pastillas que ingirió. Pero su amor por jugar ni terminó ni empezó aquí. Cuando tenía 17 años y estaba en cuarto de bachillerato sus amiguitos del colegio le invitaron a apostar en una banca deportiva, pero luego comprobó que se le hacía más fácil ir a un casino porque con RD$100 tenía la oportunidad de ganar más dinero.
Desde ahí hasta el 12 de noviembre de 2018 (último día en el que jugó) no pudo escapar a esta realidad que siente le destruyó la vida y su salud mental y emocional. Perdió a su familia, su apartamento y los tres vehículos que tenía.
Sus padres se enteraron de su adicción cuando en el año 2002 era gerente de una tienda de repuestos y robó del negocio RD$1.5 millones para suplir su necesidad de jugar y sentir placer. Para que no cayera preso sus padres vendieron su casa y ahora viven alquilados. A Carlos no le bastó y su ansiedad por jugar crecía cada día más, pero en 2004 trató de recuperarse y duró 13 años fuera de este desenfreno. Sin embargo, el 1 de febrero del 2017 recayó y volvió a un casino a las 4:30 de la tarde, ganó dinero y a los dos días perdió RD$30,000.
Así se mantuvo en ese círculo vicioso hasta que en noviembre de 2018 ingresó a Hogar Crea con los únicos RD$150 que le quedaron después de vivir 22 años bajo las garras del azar.
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