Tenía sus
años. Pero el tiempo no había hecho mella en su cuerpo. Su sonrisa estaba
intacta. Más que una mujer, era una niña
grande que cuando sonreía brincaba delante de todos.
Había tenido
tres hombres en su vida. Un novio, en la tierra, un Dios en el cielo y un
marido ausente. Por eso gozaba un mundo cuando le decía que había tenido muchos
años nuevos, pero pocas noches buenas.
Lo tenía
todo, inteligencia, belleza y una gracia endemoniada que derretía el hielo en los
vasos. Pero le faltaba fuego en el alma. Algo se había apagado en sus adentros
y prefería cualquier relación parecida al amor.
Por eso la
amé en solitario y bebí de su sonrisa todo lo que podía darme, Sabiendo en mis adentros que sería apenas un
pasajero furtivo en el autobús de mi existencia.
Un día la
deje ir. Ella nunca lo supo, pero estaba dispuesto a darle lo que andaba
buscando. Claro que no en la proporción que lo quería, pero sí una exquisita
tajada de lo que la vida todavía le debe-.
Milciades
2013/Colección corazón de autobús)